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2024-07-25 19:41:10 +02:00

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fecha
2024-07-13

Estoy en Dalyan. Escribo desde el porche de la casita que hemos alquilado. Es una chusta, con una construcción de calidades penosas. Pero, al ser chiquitina y estar en un jardín muy bonito, tiene su encanto. Cualquier edificio mejora tanto la impresión que genera cuando está envuelto en naturaleza con una mínima harmonía.

Tanto en este jardín como en la playa de Iztuzu, donde hemos ido esta mañana, los hombres pintan los troncos de los árboles con pintura blanca. Empezando desde el suelo, hasta como un metro de alto. Tengo curiosidad por saber porqué lo hacen.

Dalyan está fuertemente invadido por turismo británico. Abundan las parejas de jubiletas ingleses en pubs irlandeses, pizzerías, cocktelerías y otros negocios de monocultivo turístico claramente proyectados con la intención de seducir a los susodichos de que aflojen sus paguitas de pensionistas.

Muchos parecen tener residencia aquí. La zona está plagada de casas de dos plantas, estilo villa, construidas en los útlimos cinco años a juzgar por el impoulto estado de las fachadas. Un par de garitos de agentes inmobiliarios por los que he pasado, con convenientes anuncios en inglés y ruso, listaban docenas de villas en venta. Los precios no bajaban del medio millón de euros, y algunas pasaban holgádamente del millón. Los precios estaban denominados a veces en libras, a veces en euros, a veces en dólares americanos. Como si no consiguiesen decidir a que subespecie de guiri le quieren colocar el paquete.

Un millón por una casa hortera en mitada de la nada turca. El vergel sobre el que los americanos lo inflán todo con el dolar es vasto. Qué pasará el día que los benjis dejen de salir frescos de la impresora y volvamos al dinero duro? En qué se convertirá Dalyan? <>