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2024-12-13 16:07:09 +01:00

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fecha
2024-12-04

La semana pasada compramos un coche. Concretamente, hemos comprado una Volkswagen Caddy de segunda mano.

Nuestra Caddy se matriculo en 2020 y lleva ya 130.000 kilómetros encima, pero los lleva con mucha dignidad. Lleva montado un gasolina de 131 caballos, que no le partirá las cervicales a ningun copiloto, pero es suficiente para que no de pena subiendo a la sierra. Es blanca, así que ya le ha caido el mote cariñoso de "nevera". Tiene pocas pijotadas electrónicas para ser un coche de los años veinte: ni conexión a internet, ni camaras de 360 grados, ni modos de conudcción, ni mega pantallas con mapas y mierdas. Radio, bluetooth, sensor de proximidad atrás y a correr. Y el cambio es manual.

La capacidad de transporte es descomunal. El maletero es gigante, sobretodo por la altura que tiene. La segunda fila de asientos se puede doblar e incluso quitar totalmente. Si quitas los asientos, puedes bailar de pie dentro de la furgoneta sin problema. Puedo preveer que va a ser una bendición tener esta capacidad de transporte. Nos va a hacer el día a día mucho más fácil. Y si nuestra vida toma un giro hacia lo rural y salimos de la ciudad, la Caddy será una herramienta básica para nuestras vidas. Fantaseo con Eli y Cangu volviendo del garden con la furgoneta hasta las trancas de plantas, tierra y macetas para el jardín.

Se la hemos comprado a un concesionario de barrio en Sant Boi. Dos tíos en un garaje pequeño y feo. Pero muy majetes. Hasta nos dejaron probarla sin que tuviese ni seguro ni ITV pasada. El trato cercano da gusto. Cuando ya llegaba el momento de hacer el pago, el muchacho me pregunto tímidamente que si nos iba bien hacer mil euros en efectivo. Le dije que a nosotros Hacienda nos cae peor que a ellos y que estabamos encantados, pero que haríamos dos mil en lugar de mil siempre que nos hiciesen un pequeño descuento. Ni tuvimos que regatear.

En la Rebelión de Atlas, Rand exponía que nuestra elección de pareja romántica es un reflejo de cuáles son nuestros valores maś profundos. Aunque nuestra querida nevera no va a ser objeto de amor corpóreo, creo que también es un reflejo de los valores que Eli y yo tenemos. Funcional, extremadamente útil, sin excentricidades ni lujos, simple. Ni demasiado cutre, ni demasiado fina.