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hojas/20231222.md

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+fecha: 2023-12-22
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+Cuando me he despertado esta mañana, Eli ya estaba en marcha. Al decirle buenos días, me ha respondido con un hilillo de voz y he captado rápidamente que algo no iba bien. Cuando le he preguntado que pasaba, me ha dicho que estaba triste y que tenía algo de ansiedad. Cuando esta muchacha tiene ansiedad, es porque hay alguno de sus miedos, inseguridades u otros fantasmas la está destrozando por dentro, así que me he puesto en guardia al instante. Cuando le he achuchado, hemos abierto la fosa sétpica de mierda: la situación con  su trabajadora Laura y las finanzas de la clínica la están superando.
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+Aparentemente, Laura ha pasado de la amigable trabajadora que hace bien las cosas a sindicalista que va con los derechos positivos y la normativa por delante. Espera de Eli unas condiciones de ahora en adelante que suponen un torpedo directo a la linea de flotación de la clínica. Eli tiene el corazón partido: su negocio se acerca al precipicio, y la única trabajadora que le había dado un poco de amor y buen rollo la ha abandonado a su puta suerte, dejando claro que la sangrará viva para su propio beneficio.
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+Ha roto en llanto desesperado, frustrada contra la injusticia. Frustrada porque la crujan a impuestos, porque los trabajadores puedan mangonearla de cualquier manera, por la soledad de querer sacar su negocio adelante y porque las únicas posturas que el resto de las personas toman hacia ella y su negocio son o bien la indiferencia más absoluta, o comerle las tripas mientras siga viva como hienas miserables. La he tenido que consolar con calma mientras un destello de furía se despertaba dentro de mi.
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+Eli es otro Atlas más, como Dagny Taggart, Hank Rearden y Ellis Wyatt, y está cerca de rebelarse. Estos años de experiencias llevando la clínica, de conversaciones políticas, de conocer a gente afín a sus ideales, de escapar más allá de su reducto de amigos desalmados y vacíos de toda virtud, han ido calando y han acabado en hoy: en la clara realización de que vive rodeada de miserables, saqueadores y parásitos, que no son capaces de ni de brillar ellos mismos, ni de dejar que los demás brillen. Y en la desesperación más absoluta, sintiendo que vive en un mundo dónde nada de lo quiere perseguir se puede hacer porque la van a hundir. Porque las sanguijuelas la matarán a base de desangrarla antes que dejar de chupar.
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+Hoy he visto al colectivismo poner de rodillas a la persona que más quiero y reducirla a un trapo de mocos y miedos. Y siento que un switch ha cambiado de posición dentro de mí. Que he pasado a un nuevo estadio del cual no quiero volver. La coincidencia de que ahora está leyendo Atlas Shrugged y que esté a mitad del segundo capítulo es divertida. Creo que la caida de la clínica puede ser mi John Galt particular.